Uno de los aspectos menos comprendidos —pero más frecuentes— en los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es la rigidez cognitiva, es decir, la dificultad para adaptarse a los cambios, aceptar nuevas propuestas o tolerar lo inesperado. Esto no solo afecta sus rutinas, sino también su lenguaje, su juego y su relación con los demás.
🧠 ¿Qué es la flexibilidad cognitiva?
La flexibilidad cognitiva es una habilidad ejecutiva que nos permite:
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Cambiar de estrategia cuando algo no funciona
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Adaptarnos a situaciones nuevas
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Ver las cosas desde otro punto de vista
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Alternar entre tareas o pensamientos
En los niños con TEA, esta flexibilidad puede estar disminuida, y por eso vemos reacciones como:
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Molestia ante cambios de planes
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Insistencia en hacer las cosas “siempre igual”
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Uso repetitivo del lenguaje o del juego
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Dificultades para compartir o turnarse
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Ansiedad cuando no comprenden lo que se espera de ellos
🎯 ¿Cómo se trabaja la flexibilidad en sesión?
Como logopedas, no solo trabajamos la pronunciación o el vocabulario. También diseñamos propuestas para:
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Romper patrones repetitivos (por ejemplo, cambiar el orden de rutinas conocidas)
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Introducir gradualmente novedades (nuevos materiales, entornos, personas…)
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Fomentar el uso funcional del lenguaje para pedir ayuda, negociar o expresar desacuerdo
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Variar el lenguaje pragmático: usar frases diferentes para una misma intención
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Jugar con normas que cambian: juegos de turnos, juegos simbólicos, canciones con pausas o sorpresas
🧩 Ejemplos concretos en logopedia
✅ En juego:
Usar materiales conocidos en formas nuevas, como poner una pieza de puzle fuera de lugar para que el niño lo note.
✅ En comunicación:
Enseñar formas distintas de pedir lo mismo: “quiero agua” → “me das agua” → señalar → usar pictograma → usar su voz.
✅ En turnos:
Ofrecer juegos en los que hay que esperar, cambiar de rol o turnarse con el adulto.
✅ En comprensión:
Leer cuentos con finales alternativos o frases “que no tienen sentido” para fomentar la flexibilidad del lenguaje.
📌 Recomendaciones para casa
Las familias cumplen un rol clave. Algunos consejos prácticos:
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Evitar avisos bruscos (“¡ya, nos vamos!”) y dar señales anticipadas
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Hacer ensayos sociales antes de cambios importantes
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Variar mínimamente rutinas diarias, por ejemplo: cambiar la cuchara, sentarse en otro lugar, empezar por otra actividad
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Usar apoyos visuales para mostrar “qué pasa ahora y qué pasará después”
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Reforzar positivamente cuando el niño se adapta a algo nuevo
⚠️ Recuerda:
No se trata de forzar el cambio, sino de acompañar de forma respetuosa el proceso.
Cada pequeño logro en flexibilidad es una gran victoria emocional y comunicativa.
Fiorella Canessa Ruiz
Logopedafiore
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